Para un segundo y piensa… ¿Qué aventura te gustaría vivir hoy?
Puedes librar a Londres de la destrucción junto al Profesor Layton. O convertirte en Teku y salvar al chamán de la tribu. Construir un puente levadizo. O meterte en la piel de un científico soviético, que trata de escapar de una habitación. Las posibilidades en el mundo de los videojuegos son casi infinitas, y a la vista de los datos, cada vez más apetecibles. El año pasado, los españoles gastamos 1163 millones de euros en ellos, una inversión en aumento, según la Asociación Española del Videojuego (AEVI). Sin embargo, quedan barreras que superar.
Pedagogos y educadores, coinciden en que el juego puede ser una excelente forma de
aprendizaje, tanto de habilidades motoras como cognitivas. Y la aplicación de sus técnicas, se extiende por todas partes, desde el marketing al mundo empresarial. Pero si matizamos y hablamos de videojuegos, la cosa cambia. Para muchos aún van inevitablemente unidos a la idea de un entretenimiento vacío. Sin embargo, el mercado está lleno de productos con una clara finalidad educativa y de otros, catalogados como entretenimiento, que esconden también múltiples oportunidades para el desarrollo. No es algo nuevo, ya en 2004, hace más de 12 años, el catedrático James Paul Gee derribaba estereotipos en ‘Lo que nos enseñan los videojuegos sobre el aprendizaje y el alfabetismo’. Por ejemplo, a desarrollar la toma de decisiones y a reflexionar sobre los errores. Porque salvar Londres, rescatar a un chamán, construir un puente o escapar de una habitación en un videojuego, no solo requiere batería de sobra y ganas, sino también ingenio, memoria visual, razonamiento lógico, orientación espacial, perseverancia…
El sonido, un maestro discreto
Y más allá de la historia, el guión o el poder de la imagen, un reciente estudio académico añade otro elemento a la fórmula: el sonido, pieza fundamental en lo que los videojuegos, películas o podcasts pueden aportar al aprendizaje infantil. Así lo demuestra ‘La escucha insconsciente’, proyecto en el que investigadores de la Universidad Loyola Andalucía, de la Universidad de Sevilla y de la Escuela de Magisterio SAFA profundizan en ello con un amplio trabajo de campo.
Esto es 350 niños de Educación Primaria y Secundaria, frente a videojuegos, contenido
audiovisual y podcast, con diferentes variables sonoras y musicales. Han estudiado su respuesta electrodérmica de niveles de atención y emoción, les han realizado cuestionarios sobre autopercepción y aprendizaje, y han grabado los comentarios de los propios niños.
¿Conclusiones?
La mezcla de sonido 3D, más inmersivo que el sonido tradicional en estéreo,
genera una respuesta emocional y aumenta los niveles atención sin que el usuario sea consciente de ello. Asimismo, los sonidos con una mayor significación emocional, resultan más eficaces que una ambientación más neutral, y facilitan la retención.
El objetivo, afirma el profesor Francisco Cuadrado, es concienciar sobre el papel del sonido a todas las partes implicadas en la creación de contenidos digitales para la infancia. Y crear
productos audiovisuales adaptados a los distintos niveles educativos, aprovechando la inmersión musical y sonora para mejorar el aprendizaje. Así que el proyecto de ‘La escucha inconsciente’ no está acabado. Quedan datos por analizar y trabajo por delante en la elaboración de diversos recursos educativos, como un audiojuego o videojuego basado en el sonido. Porque empezar a escuchar es, como en casi todo, el primer paso para construir.