En los últimos años, hemos venido descubriendo el poder de los ambientes en educación desde diferentes perspectivas, metodologías o dimensiones educativas, ya sea en el aula o en el patio de recreo, zonas comunes, etc. Así, para el modelo Montessori, el ambiente educativo debe ser un lugar preparado, abierto, amplio, simplificado y real; al estilo de la vida que les espera a niños y niñas en su adultez. Para la metodología Waldorf también es importante el ambiente desde una perspectiva creativa, que dé libertad de elección al niñe ofreciendo materiales que potencien el aprendizaje por descubrimiento. En general, cuestiones como el color, la ventilación, el mobiliario, la iluminación y los olores, entre otros, generan una situación que puede ser proclive al aprendizaje, o todo lo contrario. Y sin caer en el impacto medioambiental que genera el estar cambiando constantemente de ambiente según la moda decorativa del momento (esto lo dejo para otro artículo), nos vamos a centrar en la idea de lo positivo que resulta rediseñar ambientes que propicien este aprendizaje de calidad que todos y todas buscamos.
De entre todas las opciones que creo que son necesarias en el cambio de ambientes educativos, la que me parece prioritaria es el cambio del patio de recreo. Algo que hasta hace unos años, eran proyectos innovadores en determinados centros escolares y que ahora mismo, ya no solamente es tendencia, sino pura necesidad. Ha llegado el momento del rediseño de ambientes lúdicos, o dicho de otro modo, rediseñar los patios de recreo.
Rediseño de ambientes lúdicos, otro modo de rediseñar los patios escolares.
Los patios escolares son los lugares educativos en los cuales encontramos el mayor número de relaciones sociales entre iguales. Un patio escolar es la antesala a la vida adulta, el comienzo de esa aventura llamada sociedad. En el patio, jugando, los niños y las niñas aprenden a relacionarse, a llegar a acuerdos, a liderar y a seguir, a cooperar, a resolver conflictos, y en definitiva, a convivir. Pensar que los recreos son un momento exento de aprendizaje y simplemente juego, es contemplarlos desde un punto de vista totalmente reduccionista. Por este motivo, necesitamos cambiar los patios escolares para que atiendan a las necesidades actuales de nuestra infancia, sus modos de relación, su juego, su impacto social.
El rediseño de ambientes lúdicos consiste en hacer un nuevo diseño (en mi opinión, centrado principalmente en los intereses de las niñas y los niños) ofreciendo rincones de juego más equitativos y participativos para que ningune se quede sin jugar. Dicho de otro modo, más pluralidad y respeto por la diversidad de los centros escolares, generando ambientes más apropiados con el momento actual que nuestra sociedad vive a través de los lugares de ocio y juego.
Dimensiones del rediseño de ambientes lúdicos.
De este modo, tenemos diferentes modos de rediseñar un patio escolar, atendiendo a cuatro dimensiones diferencias, pero también interconectadas:
Dimensión inclusiva.
Se trata de ofrecer modelos de juego adaptados a las necesidades educativas de todo el alumnado de un centro escolar. En muchas ocasiones se confunden los llamados patios inclusivos con lugares en los que se pintan rayuelas y plantan árboles, o se crean rincones, simplemente. Esto no es correcto. La dimensión inclusiva no afecta únicamente al patio de recreo sino a la metodología de aula, pues necesita de adelantar la situación de juego a personas con condición del espectro autista, así como alumnado TEL, TDAH, etc. La dimensión iclusiva afecta tanto a la creación de rincones como a la promoción de nuevos modelos de juego adaptados a todo el alumnado mediante pictogramas, marcadores visuales, etc. Necesita de organización, evaluación de las necesidades de un centro escolar, y mucho trabajo por parte del profesorado.
Dimensión sostenible.
Este tipo de dimensión consiste en reconstruir los patios de recreo para hacerlos más verdes y respetuosos con el medio ambiente en el que vivimos, especialmente en las ciudades. Se trata de replantar árboles, crear huertos y en definitiva, romper pistas deportivas para crear espacios naturales al estilo de los antiguos patios. Con la tendencia de la construcción horizontal de las ciudades, primando el beneficio económico ante la creación de espacios con grandes áreas recreativas para el juego de niñas y niños; surgió también la tendencia a asfaltar y poner ladrillo y pista en todos los patios de recreo. La dimensión sostenible requiere una vuelta al estilo de juego previo a los 80, en el que se jugaba en comunidad y había una riqueza cultural lúdica.
Dimensión coeducativa.
Este tipo de dimensión trata de romper la brecha de género en la distribución de los espacios de un patio de recreo. Por tradición, en los deportes de balón (especialmente el fútbol), se ha promocionado que sean los alumnos quienes tengan relevancia en el patio, ocupando las pistas deportivas, y dejando, por tanto, las periferias para el juego más femenino. La coeducación, se ha hecho cargo de este sistema de repartición injusto, y ha tomado cartas en el asunto, en muchas ocasiones desterrando el fútbol de los centros escolares. De hecho, solamente hace unos días que la Generalitat anunciaba su disposición para eliminar el fútbol de los patios de recreo escolares, basándose en esta dimensión.
En mi opinión, esta no es la solución, pues como muchas medidas entendidas desde la paridad, se deja en el camino a niñas que sí quieren jugar al fútbol. Sea como fuere, prohibir es anti pedagógico, y propiamente machista, pues coarta la libertad de juego les niñes.
Dimensión de la convivencia escolar.
Por último, tenemos la dimensión de la convivencia escolar, que pretende crear rincones de juego funcionales que permitan un juego más adaptado a los gustos de todes. De este modo, se consigue que el alumnado juegue de un modo más libre pero estructurado en diferentes áreas lúdicas, reduciendo así los conflictos y eliminando el juego más brusco o “violento”. En esta dimensión se crean rincones musicales, de teatro, sensoriales, rayuelas, etc.
Pero aun con todo este cambio, hay que tener en cuenta que solamente la primera dimensión crea un patio realmente inclusivo para con la diversidad funcional, lo que se ha conocido clásicamente como un patio inclusivo. Pintar una rayuela o plantar un árbol, colocar una estructura de juego motriz no es hacer un patio inclusivo. Y como siempre recuerdo, los patios inclusivos los hacen las personas, pero es un muy buen comienzo para llegar a este fin el rediseño de ambientes lúdicos, un modelo de cambio ambiental para mejorar la convivencia en los centros escolares.